Hoy termina el año y muchos se dedican a hacer listas: de buenas intenciones para el 2015, de lo que esperan hacer o lo que no hicieron. Los medios también las hacen y hay listas para todo y de todo: los acontecimientos más importantes del año que pasó, los accidentes más impactantes, los mejores goles.
Existe una pasión y una necesidad en las listas: un marido sin una lista de compras es un inútil en el supermercado, un profesor no iniciará la clase sin saber si los alumnos están presentes; se hacen para invitar y hasta para no invitar a una fiesta.
Las redes sociales y los medios de comunicación están llenos de ellas, para discutirlas, aprobarlas o reprobarlas. Los records son, en muchos casos, la búsqueda de pocos minutos efímeros de fama.
Posiblemente las listas que más llaman la atención son las 12 (ó 10, ó 15) fotografías más impactantes de lo sucedido en estos últimos meses. Entre ellas está una, la de un niño pues no tendrá más de doce años, que carga un fusil. El pie de la foto informa: “Joven yihadista listo para la guerra”.
El niño tiene los ojos sonrientes; alza un dedo como señal de que está preparado y espera ser llamado. Su joven rostro denota felicidad y la imagen es casi la de un juego.
Entre todas las fotos que podemos ver –y son muchas de las tragedias sucedidas en este año- la del niño con el fusil puede ser de las más tristes. Denota que la humanidad en algún momento perdió su rumbo, si alguna vez lo tuvo; muestra que es aceptable cualquier cosa, incluso la de sacrificar a un niño sin infancia, por un fin que lo definen los mayores y, más allá de eso, los políticos.
Lo que sucederá con ese joven ni siquiera ha sido resuelto en su pequeño pueblo del desierto, sino entre cuatro paredes donde se reúnen individuos sin alma. Alguien ha decidido su corto futuro por razones ideológicas, religiosas, económicas, de geopolítica, de revancha, de lo que fuera. Ese muchacho es una pieza más, desechable, útil mientras dura, que se olvida fácilmente. El comandante yihadista dirá más tarde que es un mártir, pero para ser mártir hay que estar muerto.
Esa foto pudo haber sido tomada en otros lugares del mundo: Colombia, Ruanda, Siria. En todos, como una imagen de propaganda o de rechazo a la guerra. El niño ha sido simplemente una herramienta más.
¿Será el 2015 mejor que esto?
http://www.eltiempo.com.ec/noticias-opinion/10069-a-r-mar-a-los-nia-os/
Publicado el 31 de diciembre de 2014