Las redes sociales –háblese del Facebook, Google+ o Twitter– son medios de expresión ampliamente utilizados. Instrumentos que sirven para conocer lo que piensan amigos, conocidos e inclusive extraños: qué hacen, dónde están, qué comen y qué les gusta. Uno aparece con un perro y el otro con un hámster; el de más allá pinta o cultiva orquídeas. Viaja muy lejos o le encanta el encebollado.
Las redes sociales se han presentado como un sucedáneo de la plaza pública en que puede conocerse y discutirse de todo. En las redes se debate si tal o cual actor es mejor para asumir el papel de Batman o sobre la vibración del tranvía en el Centro Histórico.
La muerte de Roberto Gómez Bolaños es paradigmática: ha polarizado a cierta parte de la opinión –en este caso, sí pública- hasta llegar a discusiones extremas en que se confronta la muerte de “este viejo” –palabras textuales- con la horrenda situación de violencia de México.
Como si todo fuera comparable. Como si todo estuviera sujeto al “sí, pero...” Y así, hasta el infinito.
¿Las ideas que defendemos son una parte esencial e integrante de nuestro propio yo? Cuando otro no las acepta, las tolera o, peor, se burla de ellas, el efecto es peor que un rechazo físico.
¿Qué mecanismo interno lleva a esta posición de defensa a ultranza de cualquier idea, aún de la que no tiene mayor importancia? ¿Por qué no somos capaces de escuchar lo que otro tiene que decir, aunque no estemos de acuerdo con lo que expresa?
Un artículo del diario El País trajo hace unos días una concusión tremendamente simple y, a la vez, reveladora: busco cambiar las ideas de los demás porque con ello anulo mi propia inseguridad. Espero que los demás piensen como yo porque de esa manera siento que estoy en la verdad.
Es el mismo razonamiento que lleva a un estudiante a mirar el examen de otro: sentirse seguro que su respuesta está bien. ¿Seremos capaces de escuchar a los demás y tolerarlos, aunque no concordemos con ellos?
Parece que la polarización, que destruye la sociedad y es absolutamente antidemocrática, se ha instalado en nuestro país. Por lo menos así lo muestran las redes sociales.
http://www.eltiempo.com.ec/noticias-opinion/9931-tengo-la-raza-n/
Publicado el 3 de diciembre de 2014
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