Todavía recuerdo la primera bicicleta: roja brillante, con timón de hierro. Tenía un asiento de cuero con resortes. Pesaba muchísimo pues aún no se usaban ni el carbón ni la cerámica. En el cuadro brillaba la marca: ATU. Sí, la misma que posteriormente hizo muebles de metal que se vendieron en todas las oficinas del país.
Podría decir que era “full equipo”, ya que contaba con una serie de aditamentos que hoy no se encuentran en las bicicletas más caras. Contaba con un foquito que alumbraba la noche y que recibía su fuerza de una dínamo bien agarrada al trinche, que se movía con cada giro de la rueda.
También tenía parrilla, con una reja encima que se ajustaba con dos cimbras y que trincaba bien el carril que me acompañaba al colegio. ¿Mochila? Solamente las que se pedían prestadas en el Cuartel para una excursión al Cajas, simples bolsas de lona verde llenas de agujeros. Jamás para llevar los libros de estudio.
Contaba también con un tapacadenas, para proteger el pantalón de la grasa que salpicaba de los engranajes. A veces, cuando se soltaban los tornillos el tapacadenas hacía un ruidito como de lata vieja, insufrible en el duro adoquín de las calles de Cuenca.
Los frenos funcionaban con un mecanismo prodigioso: las varillas bajaban desde el manubrio y llegaban hasta el aro, donde un par de cauchos, comprimidos fuertemente, paraban en seco el vehículo.
Hoy que caminamos por las orillas maravillosas de los ríos, es probable que un ciclista nos atropelle sin que sepamos de dónde salió: ¡las bicicletas no tienen timbre!
La ATU lo tenía, redondo y brillante, con un sonido en dos tiempos, claro como una campana. La llegada a la casa de un amigo se avisaba con el timbre, que rebotaba por el zaguán hasta los recónditos patios interiores, más distintivo que un silbido o una voz.
Era una bicicleta de paseo: sin cambios, timón montañero o caramañola. Servía para ir al colegio, encontrar a los amigos y, alguna vez, perseguir un bus de colegialas. Un día entró a una bodega de la que desapareció sin rastro. Me parece hoy más bonita que aquellas de alta tecnología que se ven en las vitrinas.
Sé que no es así, pero hace años fue mi regalo de Navidad.
Publicado el 17 de diciembre de 2014
http://www.eltiempo.com.ec/noticias-opinion/9998-la-bicicleta-roja/
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