Compleja como es la vida, está llena de pequeños momentos que la vuelven feliz o desdichada. Todo tiempo pasado fue mejor porque no solemos recordar los problemas. Si lo que te inquieta tiene solución ¿para qué te preocupas? Si no lo tiene, ¿para qué te preocupas?
Más allá de eso, sí hay momentos que fueron una vez y no volverán nunca. Podemos hacer una lista con todas las cosas que ya no serán. Sin embargo, para no entrar en disquisiciones de carácter filosófico, la lista puede ser más sencilla y cada uno de nosotros puede hacer la suya.
Por ejemplo:
¿Estuviste presente cuando Ángel Liciardi marcó su último gol en el Deportivo Cuenca y las cosas eran mejores que ahora?
¿Es esta noche la última vez que tu nieto se meterá en tu cama a que le leas un cuento, porque mañana estará con sus amigos planeando una fiesta con chicas y nunca más se le ocurrirá dormir en el cuarto de sus abuelos?
¿Vino a Cuenca el cantante que te gustaba y no fuiste a verlo? En el fondo, sabes que no habrá otra oportunidad.
¿Es éste el último juego de cartas con los amigos, pues las obligaciones diarias impedirán que se vean como siempre lo hacían? ¿O el último ron, porque ya te hace mal?
¿El libro que compraste con tanto afán se quedará permanentemente cerrado sobre el escritorio con el marcador en la página 92, pues está tan malo que no volverás a leerlo?
¿Estás en la clase final en la universidad y tu vida cambiará desde mañana? ¿Alguna vez entrarás de nuevo a esa aula?
La vida es dinámica y no podemos quedarnos anclados en el pasado pero no está demás superar la alienación que significa el tráfico, el trabajo, la computadora, la televisión y sentir que éste es el momento que tengo ahora. Y gozarlo.
Publicado el 22 de octubre de 2014
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