Hoy es Navidad. Es cierto que no somos los mismos que corrían tras un aro, calle abajo, ni que esperaban, viendo entre las rendijas de la puerta, la brillante bicicleta Atu, con el lacito puesto en el timón.
No somos los mismos que cabeceaban en la Misa del Gallo en la vieja capilla del colegio de los Sagrados Corazones, derruida hace años como una afrenta a nuestros bienes patrimoniales.
No somos los mismos que escuchábamos las noticias internacionales en la radio, esas que hoy nos golpean de frente al mostrarnos los niños muertos en Siria en plena Navidad. (¿Quién puede ser el asesino que ordena el bombardeo de una escuela, desde helicópteros?)
No somos los mismos que cantábamos “Ya viene el Niñito”, acompañados del melodio de Rafael Carpio Abad (si, el autor de la “Chola Cuencana”), y jamás habíamos visto un reno de nariz roja. Cuando los juguetes, que no eran muchos, pero sí preciosos, anhelados, visitados cada día en la vidriera del almacén hasta el día en que no estaban más, y no sabíamos si se encontraban envueltos para nosotros, u otro se los había llevado.
Los días en que esos juguetes venían con el Niño Dios o con los Reyes Magos y, de ninguna manera con Santa Claus, que no nos pertenecía, y menos para tratarlo solamente de “Santa”, en una aplicación lingüística inexplicable para un barbudo de rojo.
No somos los mismos porque ya no podemos abrazar a algunos de los amigos más queridos que se han ido para siempre, ni bromear con ellos, ni compartir la felicidad de reunirnos.
Ni podemos oler ahora el musgo delicado, ni tocar suavemente el salvaje que cuelga del arbolito en el Nacimiento, ni derramar lentamente el incienso en el brasero.
Pero podemos ser los mismos si no perdemos de vista el significado de la llegada del Niño Dios: cuando ceñimos al nieto que espera la caricia del abuelo aunque sea rehuyendo del abrazo de oso; cuando saludamos amablemente y no con un gruñido; cuando el abrazo es, en efecto, fuerte y sincero. Cuando las lágrimas, alegres o tristes, son de verdad y no de telenovela.
Bajemos las revoluciones que nos mueven cada día. Detengámonos: hoy es Navidad.
Publicado el 25 de diciembre de 2013