miércoles, 24 de julio de 2013

Cincuenta años


Los hombres hacen a las instituciones y éstas, con las bases que esos hombres definen, se proyectan hacia el futuro.

En el año 1963 un grupo de cuencanos encabezados por Antonio Borrero Vega resolvió llevar a cabo una labor muy difícil: convencer a sus conciudadanos que se podía llevar adelante la creación de una mutualista. Ésta tendría como objeto principal la unión de pequeños capitales que llevarían a que, unidos, cientos de ciudadanos que no tenían vivienda propia pudieran cumplir el anhelado sueño de compartir con su familia un lugar donde vivir decentemente.

Las circunstancias no eran las mejores: el país no había iniciado aún la producción petrolera que cambió definitivamente la imagen del Ecuador, y Cuenca era una ciudad pequeña que caminaba hacia delante con el empuje de sus propios hijos. Poco a poco fueron abriendo sus libretas de ahorro algunas decenas de personas, que luego fueron cientos y miles. La Mutualista Azuay se convirtió en la institución donde se buscaba –y encontraba- el apoyo económico para la adquisición del departamento de la joven familia, la casa en que se cimentaron los matrimonios y los hijos, la oficina para el profesional que se iniciaba, la construcción de  ciudadelas y barrios en lugares que parecían tan distantes: El Cebollar, Machángara...

De los 355 socios iniciales el número se ha incrementado hasta 130.000. Los activos que sirvieron para fundarla, que fueron 434.000 sucres –puede usted hacer el cálculo de lo que esto significa– hoy se han elevado a 104 millones de dólares. Pero, más allá de las frías cifras, hay 40.000 familias que han recibido préstamos para vivienda.

La globalización no es solamente mundial, es también nacional: poco a poco los inversionistas de los polos de desarrollo más grandes del país se involucran en actividades que llegan a todos los rincones del Ecuador, y desaparecen las organizaciones locales. Sucedió con una institución bancaria emblemática de la ciudad, que dejó de ser de propiedad de cuencanos y desapareció después.

La Mutualista Azuay es un referente del trabajo de los azuayos, pertenece a todos sus asociados,  y debe ser reconocida cuando ha llegado a la mediana edad de los 50 años. Su obra está a la vista, inclusive en el momento en que, ventajosamente, otras instituciones confieren créditos para vivienda. La ciudad y el país conocen la labor que realiza y esperan aún más de ella en el futuro.

Publicado el 24 de julio de 2013

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