He recibido una comunicación con la que una importante Institución estatal de la educación me ha creado como “ciudadano”. Por mi parte creí que lo era desde que tengo 18 años, fecha de la mayoría de edad que me permitía elegir y ser elegido, además de ejercer y cumplir con una serie de derechos y deberes que me imponían –y me imponen- la Constitución y las leyes.
Consideré que era ya un ciudadano, más allá de la etimología de la palabra que limitaba esa calidad a quien vivía en las ciudades, como sucedía en la antigua Grecia. En esa época, al final de cuentas, los ciudadanos intervenían activamente en la vida política de su comunidad, opinando y resolviendo sobre todos los asuntos que interesaban a quienes formaban parte de la sociedad.
El término fue ampliamente utilizado en la Revolución Francesa, con la particularidad de que las mujeres no eran ciudadanos jamás, ni siendo niñas, ni como adultas solteras y menos si estaban casadas. En un momento histórico como el actual, cuando se habla de “ciudadanos y ciudadanas” debemos acordarnos que en la Francia Revolucionaria, la Enciclopedia no incluía el término en género femenino.
Ahora bien, muchos años antes y en otro lugar del mundo, el Imperio de los Incas utilizaba un sistema de contabilidad llamado “quipus”: se llevaba en una serie de cuerdas con nudos equivalentes a conceptos numéricos. Se ha sostenido inclusive que estos quipus fueron una forma de escribir. Por ello los españoles pensaron que los “quipucamayoc”, a los que hemos conocido también como quipucamayos, transmitían mensajes cifrados que mantenían viva la lealtad a los gobernantes incas.
Los quipucamayoc eran, por supuesto, funcionarios gubernamentales.
Actualmente la Administración Pública de nuestro país utiliza un sistema de comunicación llamado Quipux. La idea es muy buena porque permite que toda la administración reciba por medio del internet las comunicaciones que antes debían viajar por el correo ordinario. Me he encontrado, sin embargo, con algún rezago imperial cuando he recibido una invitación por correo electrónico que me indica que estoy dentro del sistema Quipux y que se me ha “creado como ciudadano”. Así como usted lo lee.
Sé que la burocracia a veces utiliza palabras con significados diferentes a los que están en el diccionario. Sin embargo algo me hace creer que esta “creación” tiene un dejo ideológico.
Pues bien: algún quipucamayo gubernamental me ha “creado” como ciudadano, cuando yo estaba seguro que lo era desde hace años. ¡Yo también utilizaré el Quipux!
Publicado el 30 de enero de 2013
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