Por alguna extraña razón las personas estamos permanentemente comparando una cosa con otra e, inclusive, contraponiéndolas. De esto no escapa nada, ni siquiera la música.
En sus orígenes la discusión se centraba en comparar los dos grupos de moda: Beatles y Rolling Stones, llegando al punto de tomar posición por uno de ellos. La discrepancia no era local, pues en Londres también se distinguían los “mods” de los “rockers”, más elegantes los primeros y más contestatarios los segundos.
En el fondo los muchachos se ponían en una posición difícil cuando había que elegir, pero la vida común es más complicada: los Beatles, sinónimo de “mods” o “modernos”, provenían de la clase obrera de Liverpool, mientras que los Stones, claramente “rockers”, más bien pertenecían a la clase media londinense.
“Satisfaction” era, indudablemente, más rockera que cualquier otra cosa escuchada entonces, y la frasecita que llevaba a meditar que “no puedo lograr satisfacción, aunque lo trato”, tenía un significado oscuro no comparable con frases de las canciones iniciales de los escarabajos de Liverpool.
Pero la vida no es blanca o negra. Los Stones también podían tocar piezas de amor extraordinarias, como Ruby Tuesday, con un dejo tristón de lo que no vuelve más, y Lennon y sus amigos podían embarcarse, como lo hicieron en el Álbum Blanco, en canciones que darían origen al “heavy metal”, como “Helter Skelter”.
La vida tumultuosa de Jagger y compañía dio origen a que conozcamos por la prensa cómo encontraron muerto en una piscina al extraño e hipnótico Brian Jones: la Parca podía estar en cualquier lado, sin considerar lo importante que fueras o el lugar en que te encontraras. Jones, el experimentador de sonidos, al desaparecer produjo, sin quererlo, que los Stones se movieran hacia otras dimensiones, más lejanas a las nuestras.
Impensable era que los Stones y los Beatles pudieran encontrarse en un estudio de grabación, y sin embargo estuvieron: el disco de 45 rpm que contenía Let It Be, llevaba en su lado b un divertimento: “Ya sabes mi nombre, busca mi número” y, en él, sin que lo sepamos, algunas de las Piedras Rodantes habían metido pico. Igual sucedió en el himno que sirvió para que la Gran Bretaña difundiera lo mejor que tenía en la inauguración de la red mundial de televisión a color, cuando John, George, Paul y Ringo cantaron en directo “All you need is love”, teniendo en los coros a mucha gente común ... ¡y a Mick Jagger! Cuatrocientos millones lo vieron.
Extraño mundo en que lo blanco y negro no queda.
Publicado el 8 de agosto de 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario