Geovanna es hija de una lavandera. Su madre trabaja en varias casas y no está casada con el padre de Geovanna, que es albañil. Por ahora, afortunadamente él también tiene trabajo.
Geovanna es una chica morena, alta e inteligente, que estudia su primer año de secundaria. Consiguió ir al colegio porque fue la mejor estudiante de su escuela.
Su madre, Petronila, con esfuerzo, ha comprado una computadora, baratita pero que funciona, para que Geovanna pueda hacer sus tareas. El sacrificio de su madre le ha abierto una enorme ventana al mundo circundante y Geovanna vence las limitaciones de sus padres para aprender.
Mientras su madre lava, Geovanna se sienta con ella y en la radio escucha una canción que ya le ha conmovido antes. Dice: “Mamá, la que canta es Adele” y Geovanna tararea “Someone like you”, sin saber bien lo que dice. Su madre escucha también y entiende que su hija, que está tan cerca, es también distinta a ella. Adele, inglesa de Tottenham, hija de madre soltera de la clase obrera, y Geovanna, comparten sentimientos comunes.
Geovanna es una más entre los miles de jóvenes que, en nuestro país, están entre la tradición de hogares de origen campesino y una nueva educación que les abre un mundo que sus padres nunca conocieron. Ven televisión, buscan en la Wikipedia, navegan en YouTube, chatean con sus amigos, oyen música y la bajan en un MP3 que no es exactamente un iPod sin algo más a su alcance, a veces un teléfono celular de segunda mano.
Geovanna tiene una gran oportunidad para seguir adelante y también enfrenta el grave riesgo de no saber cómo manejar toda la información que le llega, desbocada, por las redes sociales. Alguna amiga le ha contado que se encuentran cosas espantosas, pero que están al alcance de una dirección de triple doble ve y un clic de ratón.
Esta niña tiene la sencillez campesina, la humildad de una chica pobre, unida a la fuerza de su inteligencia y a la lucidez que puede llevarle por una puerta abierta hacia otro mundo, mejor, más completo y también más difícil.
Quien sabe si Geovanna, en pocos años más se casará con algún peón de construcción, trabajador, esforzado, pero machista pegador de mujeres, gracioso y, tal vez, borracho. O encontrará a otro muchacho, campesino como ella, que considera que su compañera merece respeto y apoyo. Quizá Geovanna llegue a ser lo que espera: médica, profesora, contadora, pero ya no lavandera. Está en sus manos llegar a donde desea, pero también lo está en manos de muchos otros.
Publicado el 21 de marzo de 2012
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