miércoles, 6 de marzo de 2013

Memoria y Youtube


“El universo (que otros llaman la Biblioteca) se compone de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías...”, así lo escribió Jorge Luis Borges en su cuento “La biblioteca de Babel”. La memoria, esa inasible sustancia que se escapa como agua entre las manos, ha sido anhelada por los hombres en todos los tiempos. ¡Cómo queríamos que lo que sucedió esté a nuestro alcance, en nuestra mente y en nuestras sensaciones!

La búsqueda interior siempre requiere un arranque, una chispa, un empujón. Si lo logramos, la memoria vuelve a escudriñar en nuestro interior y encuentra cosas que confundimos entre lo que fue y lo que hemos inventado.

Sin embargo la tecnología nos permite hoy, sin esfuerzo alguno más que el de recordar un pedacito de la letra de una canción, un nombre parecido, o una frase cualquiera, entrar a la nueva Biblioteca de Babel: el internet.

¡Entre usted al Youtube y puede encontrar, en imágenes y sonido, todo lo que había olvidado!

Youtube sirve para la diversión: se encuentran las grabaciones de los últimos artistas de moda; también para la reflexión: los mejores discursos de la historia, en los que mezclados como en “Cambalache” están Kennedy, Hitler, Churchill, Luther King, Fidel Castro y otros que no conocemos o que no se merecen estar.

Podemos conocer un poco más de lo que ha pasado en la historia reciente: los disparos de Alí Agca a Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro; la caída del Muro en Berlín, y “The Wall”, tocada por Pink Floyd en el mismo sitio.

Esas búsquedas son comunes. Pero se vuelven mágicas cuando, discutiendo con un niño sobre si el emperador Nerón era realmente malo, encontramos una cancioncilla de los setenta, que dice: “Yo no maté a mi hermano, es mentira, mentira/ni perseguí a cristianos/ Yo fui el buen Nerón...”

Tras la frase “Fue una noche de verano/en que yo la conocí/y al tocar su blanca mano/yo me estremecí...” aparece Beto Fernan, argentino de Salta, autor de esa pieza que cantó otro en nuestro país... con lo que se esfuma de inmediato un ídolo de la niñez.

En las profundidades del Youtube renace el viejo long play de la casa de los padres en las manos prodigiosas de Van Cliburn, tocando en Moscú el Concierto de Piano Nº 1 de Tchaikovski, en 1962, y con él vuelven las emociones del cuartito en donde lo escuchábamos mirando la carátula del disco.

Pero, cuidado, esta búsqueda constante causa adicción. También tenemos un presente que vivir.

Antonio Martínez Borrero

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