En el centro, el cura director de la escuela va de sotana; a su lado se encuentra el profesor. El extraño ceceo del director delata su origen español. El profesor, por su parte, además de enseñar las materias propias de lo que hoy se llama pomposamente el “currículum”, montaba también obras de teatro con el maestro de sexto. Era destacado actor en la obra “Los dos jorobados”.
Alrededor están 51 muchachos, en sus once años o algo más. Todos visten terno, camisa blanca y corbata de lazo. Miran fijamente a la cámara: el fotógrafo ha pedido a los de las filas superiores que pongan sus brazos atrás. Los primeros se encuentran de cuclillas.
Allí está el que tocaba la campana para que los compañeros se formen en el patio y entren a la clase. Está el colombiano Rebolledo, muerto tres años después de un disparo fortuito.
Están el tímido, que no sabía nada de las chicas y el que ya contaba cómo se hacían los niños. Está el ministro de la Corte de Justicia y el que no pudo soportar la vida y resolvió partir antes. Está el que fue mejor trompón del grado.
Están el médico, el ingeniero eléctrico, el que llegó a ser profesor universitario. Aparece el quiteño que se fue de Cuenca y nunca más volvió; el que murió en un accidente de tránsito en la playa. El que regresó cuando se jubiló en los Estados Unidos.
Está aquel que siempre usaba corte cadete; el que jamás se volvió a poner ni traje ni corbata. El que podía escribir con tinta china en un cuaderno de cuatro líneas, sin una sola mancha. El que jugaba basquetbol en el patio lleno y acertaba a la canasta. El que fue político socialista en la universidad. El que estudió dos carreras. El que se ha casado varias veces. El que vivía a la vuelta de la escuela. El que invitaba a Paute.
Está el que aún recuerda el himno que dice “¡Coronados de fe y de victoria...!”
En esa foto en blanco y negro está todo un mundo. El fotógrafo, invisible y desconocido, miró por el visor solamente a un grupo de muchachos. Ellos, a su vez, miraban el futuro desconocido y prometedor.
La fotografía, guardada en un cajón durante tantos años, es ahora intemporal: ¿50 años? Parece que fue ayer.
Publicado el 9 de septiembre de 2015
http://www.eltiempo.com.ec/noticias-opinion/11230-la-foto-de-quinto-grado/
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