La memoria: ¡cuantas malas pasadas nos ha jugado! Sin embargo, en otros casos, las cosas se han grabado a fuego en nuestra mente.
Las tablas de multiplicar fueron un suplicio, aún la del dos. Pero, a la vez, se ha quedado la alineación defensiva del primer Deportivo Cuenca: Piazza, Daza, Laterza, Caicedo y Jaramillo...
Las tablas de multiplicar fueron un suplicio, aún la del dos. Pero, a la vez, se ha quedado la alineación defensiva del primer Deportivo Cuenca: Piazza, Daza, Laterza, Caicedo y Jaramillo...
No sabemos cuantos escalones tiene la grada de subida al segundo piso de la casa, pero están allí los nueve planetas –o serán solamente ocho, sin Plutón- para repetirlos uno tras otro.
Complicado fue aprender, aunque sea parte, la tabla de los elementos de Mendeleyev y saber el significado de sus iniciales, pero el H2O se mantiene incólume, al igual que el 3,1416 del número pi, aunque no sabemos ni cómo se calcula ni para qué sirve.
La memoria nos sirvió para aprender el número de teléfono de la enamorada cuando tenía cuatro dígitos. Para el celular, aunque sea nuestro, debemos recurrir a verlo en el mismo teléfono.
En la memoria está el “Himno a la Dolorosa” que parece que borró el espacio para el de la Universidad, difícil de aprender ni con la hojita delante.
En la memoria está el rostro del compinche de banca de la escuela, inmerso en el rostro barbudo del compañero que vemos a los 50 años. El nombre, no; el apellido, tal vez.
En la memoria automática está pisar el embrague para meter el cambio, levantar lentamente el pie del acelerador y seguir adelante; en la memoria profunda está el paseo con la novia, en la Datsun 1200, tratando de poner los cambios con ella sentada cerquita.
En medio de la mente se mantienen el golazo del equipo de fútbol del colegio y el temor a salir malparado de la pelea a golpes en el Parque de la Madre.
Muy adentro están el viaje a Guayaquil, a la madrugada, cuando las hojas de los eucaliptos brillaban húmedas a la luz del carro del papá, y la imagen de la Catedral, al volver de El Oro por la avenida Loja.
Cuántas cosas están, esperando que una canción, un olor, un chispazo, las traigan de regreso aunque sea en un momento, en un sueño.
Publicado el 12 de febrero de 2014
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