miércoles, 4 de septiembre de 2013

Chocolate


Algunos científicos definen al chocolate como una “droga legal”. La palabrita atormenta a los golosos, que no quieren verse involucrados en ninguna clase de relaciones fuera de norma para terminar con toda una caja. ¿Será esto una sobredosis?

Es que el chocolate alegra la vida, permite pasar un momento amargo, compartir con los amigos en una tarde fría, agasajar a la novia o a la esposa en un aniversario (que dirá “…pero me engordo…” antes de empezar a disfrutarlo), cumplir con la dueña de casa que nos invita de vez en cuando, o regalarlo a los miembros de la oficina después de un viaje al exterior.

El chocolate es uno de los regalos de América para el mundo, que transformó la original xocolatl, en idioma náhuatl, en una palabra más fácil de pronunciar.

Nuestra infancia está llena de dedos embarrados en chocolate que tocan los sillones blancos de la abuela, cuando el abuelo, desaprensivo, ha abierto la caja de lata que contiene decenas de bolitas envueltas de papel de aluminio. Las frías mañanas de septiembre, cuando aún eran de vacaciones,  se calentaban con una taza de cocoa que la madre amorosa preparaba cuando no existían suplementos alimenticios comprados en botica.

La juventud llegaba, de repente, cargada de manichos y de tangos, barritas envueltas en celofán que empezaban a deshacerse apenas se las tocaba, y que sirvieron para secar las lágrimas de la enamorada en una tarde de matinée, mientras Ryan O`Neal se preparaba para la vida sin Ali McGraw, en Love Story.

De vez en cuando encontrábamos, orgullosos, una caja de chocolates belgas que proclamaba que los bombones estaban fabricados con “cacao from Ecuador”, y sentíamos que sabían más dulcemente.

He leído en días anteriores, una triste noticia: cada vez más gente desea chocolates y hay cada vez menos productores. El futuro depara un mundo sin este dulce placer, a menos que Usted tenga suficiente dinero para comprar un par de bombones en lo que vale una caja de caviar. La Nature Conservation Research dice que tendremos chocolates al alcance por unos veinte años más.

El problema es que a los viejos también les gusta el chocolate: si algún nieto no nos lo regala, no volveremos a probarlo nunca más.
Publicado el 4 de septiembre de 2013

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