miércoles, 21 de noviembre de 2012

¿Será cierto?


Muchachos que llaman por las redes sociales a fiestas en que, por un dólar “tienes derecho a hacerte funda”. Fotografías y noticias en la prensa sobre un chico de ocho años, que lleva en su mochila  escolar un paquete –grueso- de mariguana.

Colegios que encuentran dificultades para controlar el uso de la violencia entre compañeros, víctimas de actos repudiables que son siempre los más pequeños, los menores, los más pobres, los que no saben o pueden defenderse.

Chicas menores de edad, casi niñas, que van a fiestas a las que entran los que quieren, y que se ven forzadas en “media hora de apagada de la luz”, a que suceda cualquier cosa.

Imaginar que es cierto todo lo que nos cuentan produce un natural rechazo y hasta náusea.

¿Es verdad todo lo que está pasando? ¿Son solamente leyendas urbanas, manejadas por quienes no tienen mayor ocupación que acabar con la honra ajena, incluyendo la de nuestra ciudad?

Las noticias que espantan a diario merecen una reflexión, que debe ir más allá de la superficie para descubrir sus causas más profundas.

Ya “Selecciones”, esa enciclopedia de lo banal, publicó hace muchos años un artículo titulado “Hasta los mejores padres pueden tener hijos difíciles”. Definía los riesgos de una sociedad abierta, generalizada en todo Occidente, lo que nos  incluye pues somos parte de esta zona del planeta, sin que la publicación proponga soluciones reales.

Los padres se encuentran hoy  afectados ante una grave discrepancia: muchos de los que tienen hijos adolescentes, esto es entre 13 y 17 años, recibieron una educación abierta, de respeto a las ideas contrarias y, tal vez por ello, de concesiones ante propuestas que, si bien no aceptan para si mismos, las consideran válidas para otros. Ese respeto se ha trasladado también hacia los hijos que ya no están sujetos a la disciplina de la casa, con la estrictez que sufrieron las generaciones anteriores.

Los padres no quieren pasar por personas intransigentes o retrogradas, y eso incluye la actitud ante los hijos. Por otro lado, el ejemplo, que no viene solamente de la familia, lleva a que todo lo que aparece en nuestro planeta se suponga aceptable. Hasta los términos definen la vía: en sus conceptos, éste es “progresista”, aquél, “reaccionario”.

Nuestros jóvenes requieren una posición que, aunque pueda ser duro decirlo, deba salvarles a veces de ellos mismos. ¿Cuál es el camino?

Publicado el 21 de noviembre de 2012

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