Una madre va a contestar el teléfono mientras baña a su hijo pequeño en una tina. Cuando vuelve a los tres minutos, ha sucedido lo peor. La vida es muy frágil y, por ello, hay que cuidarla y cuidar la de los demás, sobre todo si éstos son niños o adultos mayores.
Las grandes organizaciones mundiales de salud, entre ellas la OMS, han puesto una especial atención en los accidentes que suceden en el hogar. La conclusión es que pueden evitarse en un gran porcentaje, casi en su totalidad, si se pone un poco de atención a los posibles riesgos.
Los países llevan una relación de los accidentes sucedidos en público: de tránsito, incendios, terremotos, inundaciones. Es muy difícil, por otra parte, conocer cuantos se producen en el interior del hogar y por ello, no hay tampoco una campaña pública de concientización. Sin embargo los estudios indican que, a nivel mundial, el 33 por ciento de los accidentes fatales ocurren en la casa. En la Argentina los accidentes domésticos son la segunda causa de las muertes infantiles. En el Reino Unido hay 4.000 muertos al año por esta razón.
Los riesgos mayores son las quemaduras, sobre todo en la cocina y con agua hirviendo, los atragantamientos, la electrocución por conexiones eléctricas desprotegidas, los golpes con objetos elevados, las intoxicaciones y las caídas de las escaleras y las ventanas.
Los riesgos se incrementan enormemente cuando los niños quedan al cuidado de sus hermanitos menores, tanto si tienen menos de 12 años como los adolescentes, o si los cuidadores son ancianos que, muchas veces, no pueden ya valerse ni siquiera por si mismos.
Nuestro país ha iniciado campañas loables para frenar accidentes en las carreteras. También lo ha hecho para tratar de controlar la venta de drogas en los colegios, y el consumo de alcohol entre niños y adolescentes. Falta, sin embargo, una campaña que ayude a evitar las muertes en los hogares por falta de cuidado, abandono de los menores o por la existencia de riesgos que se pueden controlar.
Nadie recibe una lección previa para ser padre o madre; ni siquiera se aprende de los errores ajenos, pero una demostración del número de muertes, incapacidades físicas, daños en los rostros y en el cuerpo de los niños pequeños, roturas de brazos o piernas que pueden evitarse, tal vez podría llevar a una conciencia pública que los evite.
Los accidentes en el hogar no solamente provocan una víctima: la familia completa queda afectada y muchas veces destrozada. Iniciemos una campaña para proteger a los más débiles dentro de nuestras propias casas.
Publicado el 28 de noviembre de 2012
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