Las ciudades, grandes o pequeñas, bautizan sus calles y plazas con nombres significativos. Estas denominaciones forman parte de su identidad.
Tales designaciones muchas veces provienen de nombres de grandes batallas o del sitio en que se practicaba una antigua profesión u ocupación. Posiblemente esos lugares han decantado algunas faenas de poca monta y hoy lugares emblemáticos lucen un nombre tradicional con orgullo.
Hay calles famosas: los Campos Elíseos de París obtuvieron su nombre del lugar por donde caminan las almas de los hombres y mujeres virtuosos, y las de los guerreros que defendieron a la patria.
Hay plazas famosas como Trafalgar Square, en Londres, denominada por la batalla naval en la que se enfrentaron la flota inglesa bajo el mando de Horacio Nelson, contra las armadas española y francesa, que defendían a Napoleón.
La avenida Nueve de Julio, en Buenos Aires, lleva el nombre de la fecha de la declaración de la Independencia de la Argentina, en 1816.
El Zócalo, en Ciudad de México, se llama exactamente la Plaza de la Constitución. A la Plaza Roja, en Moscú, le quedó muy bien el nombre cuando el Partido Comunista gobernaba la Unión Soviética. La verdad que la palabra “roja” en ruso, significa también “bonita”.
En otros casos las calles y plazas llevan nombres de escritores, pintores, actores, deportistas y otros personajes que han dado lustre a una ciudad o país. Muchas veces tales personajes son reconocidos por otras naciones, y sus nombres se encuentran en lugares que jamás visitaron, pero que los reconocen como personajes a los que la humanidad debe mucho.
Otras llevan nombres siniestros, como la famosa Rue Morgue del cuento de Edgar Allan Poe y la que, supongo, nadie quiere visitar.
El nombre, como dijo Borges, es el arquetipo de la cosa, por eso “en la palabra ‘rosa’ está la rosa/ y todo el Nilo en la palabra ‘Nilo’...”
Por eso nuestra ciudad debe tener mucho cuidado en la denominación de sus calles y plazas, pues un nombre, por más popular que sea, puede traer connotaciones negativas o ser francamente feo. Creo que a nadie le gustará vivir en la “Calle de la Chicha Huevona”.
Publicado el 16 de mayo de 2012
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