miércoles, 18 de abril de 2012

Descalificados


Así están muchos: descalificados. Encontramos en el léxico cotidiano del poder, que se filtra a todos los estratos, una herramienta arrolladora que golpea sin miramientos, con la habilidad que cualquier jerarca fascista hubiera aplaudido.

La descalificación de todo grupo, estamento, organización, es asunto permanente, sin miramiento ni tapujo alguno.

Se descalifica a los judiciales como corruptos, ineptos y malos trabajadores, sin señalar los nombres de quienes se incluyen en esta categoría nefasta, logrando así que personas de servicio pulcro y honrado se vean salpicadas de epítetos que, a fuer de repetirse mil veces, se vuelven realidad.

Se descalifica a las organizaciones campesinas como ignorantes y retrógradas; no se discute con ellas sobre conceptos, ni se respetan sus puntos de vista.

Se descalifica a los dirigentes sociales, metiendo a todos en el mismo saco bajo el rótulo de golpistas.

Se descalifica a los banqueros como una caterva de vendepatrias que buscan enriquecerse sin limitación alguna.

Se descalifica a la prensa, como si la generalización supusiera que cada radiodifusor, cada periodista, cada director general, cada editor estuvieran vendidos a los más bajos intereses y pagados para defender la explotación, la corrupción y la sinvergüencería.

Se descalifica a los ecologistas, por insulsos, ineptos e infantiles y, a la vez, a los empleadores por chupasangre de sus trabajadores.
Así, buscando la descalificación, la fuerza pública necesita 50 agentes de policía para entregar un documento en una universidad en las que están dos personas.

Se aprovechan con éxito las ideas de Maquiavelo, pues al príncipe más le vale ser temido que ser amado. O las de Sun Tzu, que hace 2.500 años sentenció que “el ataque no consiste sencillamente en el asalto a las ciudades amuralladas o en disponer ordenadamente el avance de las tropas; debe incluir el arte de acometer contra el equilibrio mental del enemigo...”

Ahora: ponga el nombre del grupo y busque la descalificación correspondiente.

¿Nos hemos convertido en eso: los buenos contra los malos? ¿La supuesta “élite” tiene derecho a enjuiciar y señalar quién es escoria? Como van las cosas, puede esperar usted, estimado lector, que llegará el turno.

Publicado el 18 de abril de 2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario