miércoles, 4 de marzo de 2015

Cat Stevens

Aparece surgiendo de la bruma de los años: allí está, canoso, barbado, con unos anteojos oscuros que no permiten verle los ojos. Viste sencillamente y se acompaña de una guitarra. Tiene ya 66 años y, al salir al escenario de Viña del Mar, una ligera sonrisa se dibuja en su cara.
Es Cat Stevens, el famoso cantante y autor de los años 60 y 70, londinense de nacimiento, hijo de madre sueca y padre griego-chipriota, que tomó un camino impensado en el más alto nivel de su fama: se convirtió al Islam y abandonó la música. Hoy se llama Yusuf Islam.
Cat Stevens marcó a una generación por la calidad (y calidez, como se diría ahora) de su música. Sin renegar del rock que le impulsó inicialmente, compuso canciones que reflejaron la situación de un mundo complejo y cambiante, en que se enfrentaban diferentes posiciones y que nunca más volvería a ser el mismo. 
En “Father and Son” la letra reflejó la tensión generacional entre el padre que pide a su hijo que lo tome con calma, busque una chica y se case, “pues mírame, aunque soy viejo, soy feliz”, y el joven, que recibe la orden de escuchar cuando necesita expresarse.
Cat Stevens reflejaba ya un inmenso mundo interior en obras que se han vuelto himnos de positivismo, como “Morning has broken”, en que pone en evidencia que cada día es un nuevo inicio. Una traducción libre diría: “Ya ha amanecido/como en la primera mañana/un mirlo ha cantado/como la primera vez/... dulces caen la lluvia/ y el rayo de sol/Agradece por la suavidad del jardín húmedo/que vienen nuevos desde el Creador”.
La televisión mostró en Viña a mucha gente que tenía lágrimas en los ojos: ¿Recuerdos de la juventud ya perdida? ¿Impacto de letras como la de “Triste Lisa”? ¿Reconocimiento de que Cat Stevens tuvo razón cuando cantó, en 1970, que este es un Mundo Salvaje al que es difícil enfrentar sólo con una sonrisa? No lo sé...
En un escenario donde el día anterior un cantante de bachata apareció en la cama con unas chicas para llamar la atención y “consagrarse”, fue reconfortante ver a Cat Stevens, que no necesita ninguna consagración. Cuando el presentador le dijo, al terminar, que el público esperaba más canciones, Cat sencillamente preguntó: “¿Podría cantar dos más?”
Este hombre vivió con nosotros una juventud llena de cambios y esperanzas. Su música nos acompañó cuando entregamos las cenizas de un amigo a los arroyos del Cajas. Fue bueno verle de nuevo y recuperar un mundo que parecía ya perdido.

Publicado el 4 de marzo de 2015

http://www.eltiempo.com.ec/noticias-opinion/10363-cat-stevens/

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