miércoles, 22 de junio de 2011

Plantado en el altar

El bombardeo de información que nos traen los medios lo mezcla todo: va de lo sublime a lo ridículo, de la tragedia a la sorna, de la sangre regada en las calles por la violencia, al perro que heredó millones de dólares y que ahora ha muerto sin dejar testamento.

Vemos, a la vez, que en Venezuela los presos de una cárcel se matan unos a otros y que, para concluir, la policía los ahoga con gases lacrimógenos, y también que Pierina ha salido en algún lugar con un vestido sexy, convirtiendo su presencia en asunto nacional.

Entre toda esta información borboteante, un asunto ha llamado la atención: el conocido Hugh Hefner, fundador de la revista Playboy, ha sido abandonado frente al “altar” –es un decir- por una conejita de veintitantos años, que no quiere casarse con el seductor.  El asunto es que, además de tener mucho dinero, Hef, como le dicen sus íntimas, tiene 85 años.

Hefner fundó hace muchos años una revista que hoy es, más bien, de soft porno. Nada que ver con otras, subidas de tono, ni siquiera con el conocido “Pepe Mayo” que se vendía en el Estadio Municipal de Cuenca.

Playboy marcó varios hitos a nivel internacional. Uno de ellos, en España, cuando se publicó su emblemático número 1, en 1975 luego de la muerte del Generalísimo Franco, como una muestra del destape que venía en serio. Sin embargo, la carátula de la revista fue de lo más discreta, pues tenía solamente la figura conocida del conejo, en dorado con fondo negro.

Luego de ello los españoles aprendieron tanto, que las películas hechas en la península llegaron a ser más escabrosas que las que se rodaban en Suecia.

Por otro lado, la revista se volvió famosa por las entrevistas que publicaba. Personajes tan dispares como Fidel Castro, Malcolm X, Jean-Paul Sartre, Mohamed Alí, Stephen Hawking y John Lennon pasaron por sus páginas y no precisamente hablando de las conejitas. 


La entrevista final de Lennon, publicada en 1980, pocos meses antes de su muerte, es actualmente un clásico para cualquier periodista que desee entrar al mundo interior de un personaje complejo.

Por ello resulta interesante saber que al viejo Hefner una conejita le ha plantado. De nada valió la fama, ni la posibilidad de salir una vez más en la tapa de la revista o en las páginas centrales. Suponemos que, en todo caso, el matrimonio habría sido con separación de bienes.  Como me dijo un amigo: “¡Pobre Hefner! Este mundo está acabado, hoy no hay como confiar ni en las...”


Publicado el 22 de junio de 2011 

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