Hace unos días un grupo de amigos decidió hacer una encuesta privada. Todos eran cuencanos y la pregunta fue: “¿En qué calle naciste?”
Los participantes ya no eran jóvenes. Las respuestas fueron más o menos las mismas: “Nací a una cuadra y media del Parque Calderón” o “nací en la casa de mis abuelos, en la Gran Colombia, entre Tarqui y Juan Montalvo”.
Otros se alejaron unas pocas cuadras: “Me tuvieron en el parque de San Blas” o “en la calle Sangurima”, y alguien dijo “Nací lejísimos, en el barrio de San Roque”.
Lo cierto es que todos habían nacido entre San Sebastián y San Blas y entre la Calle Larga y la iglesia de María Auxiliadora, con alguna excepción como la del que vio la luz al otro lado del Tomebamba.
La gente nacía en la casa de sus padres y abuelos, o en casa alquilada, pero no en clínica ni hospital. El médico que recibía a los niños transitaba por las calles, acompañado de un cargador que llevaba sobre sus hombros la camilla ginecológica hasta el lugar donde se encontraba la futura madre.
Esta conversación llevó a anécdota: el profesor inquiere al niño cuál es la calle más importante de Cuenca. La respuesta es obvia: la Gran Colombia. El resultado es el esperado: el alumno saca cero en su examen pues, a criterio del profesor, no es esa calle, sino la Bolívar.
¿Puede entender un chico de ocho años que la calle más importante no es aquella en la que nació, en la que viven sus abuelos, en la que están los amigos del barrio?
¿La casa en que recibió sus primeros juguetes de Navidad después de escuchar los villancicos del melodio de Rafael Carpio Abad? ¿Aquélla en que se enfermó de las amígdalas y en la que estuvo en cama después de la operación? ¿En la casa que tenía patio, traspatio y huerta?
Las razones del profesor no son válidas: en la Bolívar está la vieja Gobernación o el almacén donde venden los primeros electrodomésticos y, tal vez, la Dirección de Estudios. Sitios sin significado alguno para un niño que, en esa primera casa, hizo volar pompas de jabón desde la azotea, y vio que éstas seguían al sol de la tarde de julio, en dirección –por lo menos parecía- de las torres del Cenáculo.
Las clases de Lugar Natal jamás pudieron cambiar el nombre de la calle más importante de Cuenca.
Publicado el 9 de julio de 2014
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