miércoles, 14 de enero de 2015

Profesión tóxica

Una de las series de televisión más exitosas de los últimos años es "Breaking Bad”, nombre de difícil traducción al castellano pues significa algo así como “Volviéndose malvado”. Sin el ánimo de anticipar ninguno de sus magníficos capítulos, es posible decir que se trata de la historia de un científico brillante, ganador de un premio Nobel, que ha llegado a una condición tal que da clases en una escuela secundaria de Albuquerque, Nuevo México. 

Ninguno de sus alumnos tiene el más mínimo interés por aprender la materia que el señor Walter White enseña, ni la entienden o saben para qué sirve.

El señor White contrae una enfermedad terminal y su preocupación última es la situación en que quedará su familia. ¿Cómo puede ese profesor lograr el dinero suficiente para tratar de curarse o dejar protegida a su familia? La solución para este genio en desgracia es simple: la fabricación de metanfetaminas.

Este artículo no tiene la intención de hablar sobre “Breaking Bad” –recomendadísima – sino de la circunstancia del profesor. Nos encontramos inmersos en un cambio acelerado en las condiciones de la Universidad ecuatoriana llegando ya a una “condición tóxica”. 

En primer lugar el profesor se ha convertido en un burócrata que debe llenar innumerables documentos, informes, bases de datos y demás. Se dirá que un trabajo que no puede ser medido no mejorará jamás. El punto está en que hay profesores que se han vuelto expertos en batallar con la enorme papelería que rodea la cátedra, sin haberse convertido por ello en buenos maestros. 

Está claro que la medida para calificar al profesor está en el aula, la investigación y la motivación de los estudiantes; no así en el enorme esfuerzo que supone la gestión administrativa para la que un académico no está preparado. Supone además un desperdicio de tiempo precioso que bien podría dedicarse a actividades relacionadas directamente con el ámbito de la formación.

Decía un amigo hace unos días: “Me presenté a un concurso para ser profesor universitario, no para ser un administrador universitario”. La administración mueve las organizaciones; pero si se la constituye con ineptos administradores que han dejado de ser excelentes profesores por dedicarse a ella, los que pierden son los estudiantes

http://www.eltiempo.com.ec/noticias-opinion/10134-profesia-n-ta-xica/

Publicado el 14 de enero de 2015

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