miércoles, 7 de enero de 2015

El espía invitado

Siempre rodeado de bellas mujeres que, además, suelen estar ligeras de ropa. Con una pinta –de las que hoy llamamos “look”- que ya nos quisiéramos. El automóvil que maneja es, por lo menos, un Aston Martin DB5. Toma tragos caros: un Martini, agitado y no mezclado, hecho con el mejor vodka del mundo.

Se mueve en los lugares más espectaculares pues salta de Venecia a Saint Moritz, de Londres a Moscú y, de allí, a las islas del Caribe, con arena blanca y mar azul, donde le espera Ursula Andress con un bikini de infarto.

Aunque últimamente se le ha visto despeinado y golpeado, en las versiones anteriores no se le movía un pelo cuando se agarraba a golpes con los villanos más tremendos. Después de una buena riña el lugar para recuperarse era, sin lugar a dudas, un jacuzzi en que una chica le masajeaba la espalda mientras una copa de champaña burbujeaba en sus manos.

Era el mejor, el 007. Y era también un espía.

¿Espinonaje? La Wikipedia lo define: “la práctica y el conjunto de técnicas asociadas a la obtención encubierta de datos o información confidencial. Las técnicas comunes del espionaje han sido históricamente la infiltración y la penetración, en ambas es posible el uso del soborno y el chantaje.”

Con esta definición aparece claramente la figura del espía: el engañador, el infiltrado, el soplón. Un hombre (o mujer, pensemos en Mata Hari) que es capaz de utilizar cualquier medio para lograr su cometido. Es cierto que se dirá que lo hace por su país, pero hay también agentes dobles, que traicionan a uno y a otro, e igualmente existen espías en la industria y hasta en el fútbol.

Recordemos algo: ¿quién era el más detestado de la escuela? ¿El sucio, el llorón, el machito? No. El peor era el chismoso, el que traicionaba a sus compañeros: quien avisaba al profesor que fulano había fumado o mengano decía malas palabras.

Nuestra sociedad tiene la lealtad como un paradigma: la traición política puede acabar con una carrera o, por lo menos, dejar maltrecho al personaje. No nos gustan los traicioneros.

Entre los efectos de las nuevas relaciones entre Cuba y Estados Unidos apareció la noticia que nuestro país invitará a los presos cubanos liberados y condenados por espionaje; no se ha dicho nada sobre el norteamericano condenado por la misma razón en la Isla. No sabemos si estos espías –o presuntos espías- llegarán algún momento. ¿Lo harán con el aura de un 007 o de un soplón? Habrá que verlo. 

http://www.eltiempo.com.ec/noticias-opinion/10101-el-espa-a-invitado/

Publicado el 7 de enero de 2015


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