miércoles, 2 de julio de 2014

La gabela

Aveces la hemos dado y, en otras, la hemos recibido. Supone, sin lugar a dudas, reconocer una condición mejor que el rival, o no ser tan bueno como el otro.

Hay gabela cuando el padre corre con el hijo pequeño, dándole varios metros de ventaja para que éste pueda hacer su mejor esfuerzo. La hay cuando en el tenis de mesa uno de los jugadores cuenta los puntos de dos en dos y no de uno en uno.

En deportes como el golf se llama hándicap a la gabela. Esta palabra, de origen inglés, ya consta en el Diccionario de la Real Academia: “...competición en la que se imponen desventajas a los mejores participantes para igualar las posibilidades de todos.”

La gabela es, por tanto, una ventaja para unos y una desventaja para otros, que empareja diferencias.

La situación empieza a complicarse, sin embargo, cuando queremos estar en el grupo de los mejores y nuestra intención es llegar a lo más alto... pero con una “ayudadita”. En ese caso ya la gabela no es aceptable y, menos, puede pedirse. Significaría simplemente que no estamos preparados para enfrentar un reto mayor o que esperamos “triunfar” basados en las ventajas que nos den los demás.

Esto viene al caso en el mundo futbolizado que nos rodea para reflexionar si, como pueblo, estamos siempre a la espera de una gabela.

Oído en la radio: “ojalá pasemos a la siguiente ronda” pero las circunstancias que espera el entrevistado son que el equipo rival juegue con suplentes, o que le hayan expulsado al goleador, o que el árbitro “ayude aunque sea un poquito”.

Consideramos que tenemos mala suerte como país si  “nos tocaron buenos equipos” pues con los otros, “que no son tan buenos”, hubiéramos pasado.

La gabela llega a ser una carga pesada que impide el desarrollo. Nos ponemos a esperar que llegue algo muy bueno, pero no basado en nuestro esfuerzo sino en las fallas del otro. Nos paraliza el estancamiento de la mediocridad y no nos impulsa la búsqueda de la excelencia.

Reconozcamos que sí podemos, y lo podemos por nosotros mismos. En el Mundial de Fútbol sería ridículo que los mejores del torneo esperen que el triunfo provenga de una gabela y no de su propia valía y esfuerzo. El país irá adelante, en el fútbol y en muchas otras cosas, si no está siempre a la espera de una “gabelita”. 

Publicado el 2 de julio de 2014

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