miércoles, 12 de marzo de 2014

3msc y el lenguaje críptico

Si vamos por la carretera –que llamamos, pomposamente, autopista- hacia el norte de la provincia,  veremos en uno de los pasos a desnivel el nombre de una chica cualquiera y las iniciales “3msc”.

Los lenguajes ocultos, las señas imperceptibles, son parte de una clave de comunicación que los grupos que buscan su propia individualidad han utilizado siempre.

Allí está el “idioma de la p”, usado por los hermanos mayores para fastidiar a los más pequeños, que no llegan a entender nada aunque se dan cuenta perfectamente de la burla de que son objeto. Por allá se encuentra el alfabeto inventado en las largas y aburridas clases de álgebra, mucho antes que Al Juarismi, pintado en el libro de Baldor, se pareciera tanto a Ossama ben Laden.

Las pandillas tienen su propio idioma, ininteligible para quien no ha sido aceptado, con sangre, a pertenecer al grupo. En el dialecto popular es posible decir “el man” y “la man”, y sin embargo lo entienden todos. Recordemos el famoso eslogan de campaña “Pan, techo y empleo”, convertido en “Jama, caleta y camello”.

Las ciencias mantienen  un lenguaje críptico para los profanos y es muy distinto el término “deposición”, cuando un abogado lo usa para decir “la deposición de un testigo”, que cuando lo dice un médico. Parte del halo de importancia que rodea a todas las profesiones es el lenguaje especializado, que sirve a veces para poner una distancia entre el cliente y el iniciado, aunque otra solamente aproveche para disimular la ignorancia de este último.

Antes de las tablets había libros que venían con una ruedita dentada, con la que podían formarse palabras extrañas con sólo girar un círculo en que aparecían cruzadas las letras y aún hoy, cuando una paloma mensajera de la Segunda Guerra Mundial aparece disecada, los expertos no pueden descifrar el papel que lleva en una de sus patas.

Lamento decir que “3msc”, grabado en el puente a desnivel, ha sido traducido: Federico Moccia, un escritor italiano, publicó “3 metros sobre el cielo”, muestrario de las relaciones entre el “azote” o “bacán” y la niña “pelucona”. En el fondo, es solamente una declaración de amor. 

Publicado el 12 de marzo de 2014

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