domingo, 3 de noviembre de 2013

Hacer el mercado

Se dirige al mercado más cercano a su casa; como vive en el centro de la ciudad, ninguno de ellos está muy lejos pero hay algunos en que los productos se entregan “con vendaje” y, en otros, como dice la empleada, “es con cuenta”.

La doméstica lleva cargada a la espalda una gran canasta que sostiene con su pañolón de diario, pues de ninguna manera gastaría en estos oficios el pañolón fino que usa para ir a la misa del domingo.

 El lugar

El mercado no es más que una gran plaza llena de campesinos que han traído sus productos a la ciudad y que los ofrecen en las veredas de la calle. Es cierto que el edificio construido por el Municipio tiene en su interior otra clase de productos, expendidos por aquellos comerciantes habituales que han logrado un puesto a veces heredado de sus padres.

Adentro está la tercena con las carnes colgadas de ganchos, mientras el carnicero, con manos fuertes, hábiles y llenas de sangre, pega un tajo para cortar el pedazo que pesará y entregará a la compradora.

Aparecen por el suelo, pero en perfecto orden, los sacos de fideos, azúcar, harina y otros productos que se venden después de pesarlos en la balanza romana, con un platillo a un lado y las pesas al otro. ¡Cabe siempre echar un ojo a la hábil vendedora que, con el meñique, desbalancea la balanza en algunos gramos!
Los pasillos interiores se ven llenos de gente: las dueñas de casa avanzan trabajosamente con la empleada detrás, tratando de evitar el roce con los campesinos de poncho que arrastran sus ozhotas por un suelo que indudablemente no está limpio.
Productos
Desde un mostrador de mosaicos, grandes pescados ven a la multitud con ojos vidriosos. Han llegado de la Costa en cajones de madera llenos de hielo seco y muchas veces empapados de amoníaco para conservarlos mejor.
De repente se oye un griterío en uno de los almacenes cercanos, donde se venden guineos, oritos, verdes y maduros. Las amas de casa se retiran rápidamente: ha aparecido una culebra entre la fruta. Por allí alguna se santigua, aunque el bicho no merece tanto susto: no mide más de cuarenta centímetros. Sin embargo es despachado rápidamente por el dueño del negocio que no quiere que este extraño animal pueda asustar a la clientela.
A veces el ama de casa lleva una lista; otras, pregunta a su doméstica que le recuerda los alimentos que debe comprar: ella está al tanto pues es la que cocina en la casa.
Unas libras de esto, unos paquetes de aquello. Hierbas medicinales para las infusiones van también a la canasta, al igual que los tomates riñón que han sido debidamente palpados para revisar si no están demasiado maduros, ante el disgusto de la vendedora que ha respondido groseramente “¡Ya vaya comiendo de una vez!”

Otras son más amables, conocidas de hace muchos años, aunque reciben a los recién llegados con frases ininteligibles. Así, el que pidió un descuento escucha una respuesta tajante: “¡Tome todito, lleve, lleve!”, mientras hacen el ademán de empujar los productos hacia el comprador que pierde la compostura sin atreverse a contestar para no involucrarse en una “pelea de mindalas”.

 De vuelta a casa

Es hora de volver a la casa pero la canasta ya está muy pesada por lo que urge conseguir un cargador: la empleada sale a buscar al conocido don Manuel para que ayude a llevarla. El hombre esta vestido de harapos pero indudablemente es fuerte. Trae una soga de cabuya que le permite prontamente poner la canasta a la espalda y ajustarla con la cuerda. Por esta vez no es necesario usar la carretilla pues el bulto no es mayor. En otro momento este medio de transporte de carga, maravilla de la ingeniería popular que se balancea solamente en dos ruedas, en aplicación del principio de la palanca, habría servido para transportar por las calles empedradas, sin mayor esfuerzo, dos o tres canastas y una cabeza de guineos.

La compra ha concluido y el ama de casa, con su doméstica atrás y, después de ella, el cargador, caminan por la calle para llegar pronto a la casa. Es que hay que preparar el almuerzo de hoy que, como es jueves, será locro de papas, arroz con huevo frito y unas frutas de postre.

Publicado el 3 de noviembre de 2013

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