miércoles, 6 de julio de 2011

Vigencia de Jim Morrison

El día 3 de julio de 2011, un estudiante cuencano incluyó en su red social lo siguiente: “Hoy son 40 años de la muerte del más grande: Jim Morrison, rey lagarto, vives en nosotros! Te amamos maestro!”

¿Qué lleva a un cuencano que tiene 20 años, a referirse a alguien que murió hace 40, y con tanta pasión?

Para quienes no lo saben o no lo recuerdan, Jim Morrison fue, como muchos en otro siglo, lo que podría llamarse un “poeta maldito”. Cantante del grupo The Doors, tuvo una carrera más bien corta, pero grandemente influyente en el momento histórico de finales de los años 60 y principios de los 70. El mundo se encontraba convulsionado: Vietnam estaba presente; los ciudadanos, especialmente  los jóvenes, consideraban que podían cambiar la historia con movilizaciones que llevarían a la concientización de los gobernantes. La violencia en los Estados Unidos había terminado con el que se llamó el Reinado de Camelot: habían sido asesinados John y Robert Kennedy, también Martin Luther King. No había nada más.

Morrison tuvo una formación clásica tradicional, que le llevó a transformarse en el dios Pan, un sátiro, amado y odiado a la vez. Sus conciertos se convirtieron, por ello, en verdaderas bacanales donde murmuraba o gritaba las letras que había concebido,  e impulsaba a los asistentes a liberarse de todos sus miedos: el padre lejano, la madre abandonada, la muerte que llega, el desierto de la vida donde el lagarto cambia de piel para ser otro, sin dejar de ser él mismo.

Circulaba profusamente el libro “Las enseñanzas de Don Juan”, escrito por el antropólogo Carlos Castaneda, un manual de chamanismo que descubría viejos ritos de los indios yaquis, del desierto de Sonora, en México. Morrison, por su parte, buscaba en las planicies de Norteamérica, su verdadero yo, con la ayuda del ácido lisérgico y del peyote.

El grito desgarrador de Morrison caló hondamente, sus palabras llegaron a lo más profundo de una generación y trascendieron el tiempo. Apocalipsis Ahora, la película de Coppola sobre Vietnam, se iniciaba con las notas de The End. Los versos que decían “Este es el final/mi único amigo/el final de todos los planes que hicimos/el final de todo lo que existe”, reflejaban la desesperanza de quien veía la destrucción del hombre y de la naturaleza como algo imparable y sin retorno.

Jim Morrison murió a los 27 años en París, misteriosa y solitariamente. Su tumba es visitada por miles que buscan respuestas en el Rey Lagarto: las preguntas aún son las mismas.


Publicado el 6 de julio de 2011

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