miércoles, 20 de julio de 2011

El código de honor de los sicarios

Las novelas de caballería que leíamos en la infancia nos mostraban la figura de unos hombres casi invencibles, que usaban unas capas muy largas y, en el pecho, una cruz rojo sangre. Sus escudos eran enormes y cubrían toda la humanidad del caballero. Entre éstos, los Templarios eran posiblemente los más famosos: habían actuado directamente en las cruzadas y su nombre venía del Templo de Salomón.

Pues bien, han aparecido en México nada menos que los llamados Caballeros Templarios de Michoacán. En sus carteles –pues hacen publicidad para enrolamiento- se ven las figuras de esos antiguos soldados de cruz roja en el pecho y espadas que, para levantarlas, se necesita de fuerza sobrehumana.

Semejanzas existen: los michoacanos también tienen  su Código de Honor, en el que se leen edificantes mandamientos tales como la prohibición de matar a un semejante por el solo gusto de hacerlo; tampoco les está permitido secuestrar ni matar por dinero. Pueden hacerlo, sin embargo, investigando razones suficientes (¿?) que serán las que permitan la ejecución de sus víctimas.

El caso es que los templarios de Michoacán son una nueva banda de sicarios que reciben, por escrito y en 25 páginas, instrucciones precisas sobre cómo deben comportarse para ser dignos de ser aceptados y ascender en la pandilla.

Por supuesto, quien no cumple con las reglas se hace acreedor a una muerte violenta por las razones suficientes a las que nos referíamos antes.

Los miembros de la banda pueden traficar drogas duras, pero les está prohibido utilizarlas. Tanto es así que deben someterse a exámenes antidoping para demostrar que se encuentran limpios.

Siguiendo antiguas prácticas de la Mafia o de la Camorra italiana, la principal virtud de estos caballeros es el silencio, que asumen con un voto más fuerte que el de los monjes trapenses.  El silencio es padre y madre que protege a cada uno de los secuaces en todas sus correrías; su incumplimiento traerá desgracia para toda la familia del templario mexicano: muerte de todos sus miembros y confiscación de sus pertenencias.

Extraña condición la de los hombres, que requieren normas escritas para tranquilizar su espíritu en el cumplimiento de un torcido designio. Extraña situación que demuestra que la norma no equivale siempre a la justicia, ni la contiene. Extraña mezcla de historia medieval con sangre de los más pobres, en un país agobiado por una tragedia que parece no tener fin. 

Publicado el 20 de julio de 2011

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