miércoles, 2 de febrero de 2011

Egipto y sus momias


La fotografía de la cabeza de una momia tirada por el piso y unos huesos desparramados ha sido prontamente bloqueada por el gobierno egipcio. Esta imagen impactante que nos traen las noticias, viene mezclada con la prohibición gubernamental del uso del internet y los teléfonos celulares para impedir la reunión de los manifestantes que sacuden la ciudad de El Cairo.

Lo que sucede en Egipto es la muestra de un planeta en que se unen las más disímiles situaciones: la lucha por la democracia, real o supuesta, que no es la de Occidente sino de la los ayatolás, con el daño de tesoros que no pertenecen a un solo grupo, sino que son de toda la humanidad.

Todavía está fresca la destrucción de las grandes imágenes de Buda, de más de cincuenta metros de altura y talladas hace mil quinientos años, que fueron destrozadas por los talibanes en Afganistán como parte de su objetivo de terminar con el pasado, en una muestra de incongruencia extrema con su propia posición ideológica.

Egipto se encuentra grabado en nuestro pensamiento colectivo por la vía de la Historia Sagrada que todos hemos escuchado desde la escuela. Recordamos las diez plagas que llegaron una tras otra: la de la sangre, las ranas, los mosquitos, la de los animales silvestres, la pestilencia, las úlceras, el granizo de fuego y hielo, las langostas, la oscuridad y la más impactante, la de la muerte de los primogénitos.

Nuestra memoria colectiva guarda la imagen de Moisés huyendo de los ejércitos del Faraón con su pueblo, que abre monumentalmente el Mar Rojo para el paso de los hebreos, cerrándolo sobre las tropas de Tutmosis III.
Y la leyenda guerrera, trágica y romántica, de Cleopatra, la última reina del Nilo, que recibió en su barca a Julio César y luego a  Marco Antonio, enamorados del peso de la historia tanto como de la princesa.

O la máscara de Tutankamon, que fue colocada en  el sarcófago de este joven rey hace tres mil trescientos cincuenta años, y que nos mira con una sonrisa límpida como si lo hiciera un muchacho actual.

Egipto es una joya de toda la humanidad y no pertenece solamente a los egipcios, sean occidentalizados o los buscan el retorno al Corán más recalcitrante. Las imágenes de los estudiantes que, tomados de la mano en una cadena humana frente al Museo del Cairo, impiden la entrada de salteadores, quedará en la memoria de la humanidad como la fotografía del joven frente a los tanques en la Plaza de Tian'anmen, en Pekín.

La marcha de la historia enfrenta siempre grandes tensiones: a veces la propia humanidad se suicida colectivamente cuando destruye su propio pasado. Esperemos que Egipto no se deshonre haciendo lo mismo.


Publicado el 2 de febrero de 2011

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