Con la camiseta tricolor no hay duda alguna: todos los ecuatorianos estamos con ella. Pero, más allá, hay otro equipo que es una especie de “suplente” o reemplazo emocional, al que esperamos ver triunfador si los nuestros no continúan.
Juega Irán: los aficionados al fútbol, y los que no lo son tanto, siguen el partido con atención. Más allá de las jugadas, el desarrollo del partido y el esfuerzo, hay otros elementos que empiezan a tomar forma.
En un momento inesperado empezamos a ver a los iraníes – y no a los argentinos- parecidos a nuestra gente: el color moreno, la forma del rostro y el cabello. El dorso de las camisetas nos vuelve a la realidad: los nombres son irreconocibles.
La mayoría tiene su corazón al lado de los equipos sudamericanos. Se manifiesta la fuerza que nace de la relación con la tierra y queda revelado el límite que suponen las barreras naturales. Estamos geográficamente más cerca de Costa Rica pero nos sentimos más identificados con los uruguayos.
Resulta casi de mal gusto apoyar a los equipos europeos, pero hay quienes rompen toda regla de “corrección política” apoyando a España o Alemania. ¿Que hay buen fútbol en Europa? Sí, pero por los sudamericanos, contestará alguien rápidamente.
Quedan rezagos de los tiempos de la “naranja mecánica” y de vez en cuando alguien usa una camiseta con el color de la Casa de Orange. ¿Apoyo a los asiáticos? Ninguno que pueda parecer significativo. Los australianos, por su parte, son solamente los canguros del torneo, a menos que se haya visitado Sídney.
Los equipos africanos muestran una mezcla de gran poderío físico, velocidad y entrega. Llevan consigo esa sensación de llegar de una tierra agotada por la pobreza y la violencia. Al final, la gente apoya al que parece más débil, pero nadie es capaz de ponerse una camiseta de Camerún.
Hay, sin embargo, dos grandes monstruos: Brasil y Argentina. Las discusiones entre sus seguidores son interminables y muchas veces irreductibles. La “verde amarela” no deja resquicio para reconocer mérito alguno a la celeste y blanco. Y viceversa.
¿Qué se mueve en el interior de cada cual para apoyar a uno u otro equipo? ¿Ha pensado usted por qué le gusta México y no los Estados Unidos? Los resortes emocionales dan para un estudio psicoanalítico, tal vez más que las manchas de Rorschach.
Publicado el 25 de junio de 2014