miércoles, 24 de febrero de 2016

Favorecido

A veces llegaba una comunicación directa o aparecía publicado en el periódico: está el nombre del joven llamado a filas,  acompañado de la palabra “favorecido”.

Nadie entendía las razones de este término. ¿Favorecido? ¿Aquél que había recibido un favor? A nadie se le ocurría, tampoco, ir al Diccionario de la Real Academia para enterarse lo que la comunicación quería decir: Favor, segunda acepción: honra, beneficio, gracia.

Aún sin haber recibido la comunicación era obligatorio presentarse en la Zona Militar el sábado en la mañana; cientos de estudiantes se formaban en la cancha de fútbol para esperar que un suboficial, por sorteo, esto es por su sola decisión y por las caras que tenía al frente, escogiera a los favorecidos.

Hay quien se presenta con los demás amigos de jorga, riendo y bromeando, en el supuesto que no va a ser elegido. Otros se muestran ojerosos, con el cabello recién cortado para no llamar la atención y en compañía de algún tío que dizqué conoce al Jefe de Reclutamiento.
Bajando de un bus, ciertos recién llegados aparecen acompañados de sus madres.  Éstas esperan la decisión paradas afuera de los muros, cuidando una maleta de madera pintada de barniz claro y con un asa de metal, donde están los pocos objetos que pueden llevarse: una muda de ropa interior, un par de medias, un cepillo de dientes, pasta dental y un rollo de papel higiénico de una sola hoja.

Después de un par de horas salen los estudiantes no escogidos, los hijos únicos o de madres viudas, los que no pasaron el examen médico.
Corren las voces por el exterior del cuartel: “tal amigo no salió; vi cómo le llevaban al otro patio. Se quedó acuartelado.” 
Avisado el hecho, en la casa cunde la desazón. ¿A dónde irá? ¿Se quedará en Cuenca o será llevado al Norte o al Guayas? ¿Tal vez a Loja? Hay que conseguir la maleta de madera y poner en ella algo de ropa. 

El “favorecido”, por su parte, no está nada satisfecho. Tiene lágrimas en los ojos y empieza ya a extrañar a la novia. Esa noche extrañará también la comida de la casa y la cama propia. Por la ventana se perfila un largo año de conscripción.

Publicado el 24 de febrero de 2016
http://www.eltiempo.com.ec/noticias-opinion/11981-antonio-marta-nez-borrero/

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