miércoles, 21 de octubre de 2015

Matón de barrio

Los barrios de la ciudad tenían también ciertas historias sórdidas. Entre ellas estaba el del matón del lugar, tan lejos del “matón” colegial, como se calificaba al aplicadísimo que no perdía jamás el 20.

Aquél era un individuo que, entre otras cosas, era un gran trompón, lo que significaba que podía batirse con cualquiera, sea de la zona o de barrios distantes. Era, además, mal encarado. Las chicas se cruzaban a la vereda del frente cuando le veían apoyado a la pared de una esquina. Algunos hasta tenían el sarcasmo de decir: “Buenas noches, señoritas, hoy no estoy con ganas de vacilar”


El problema está en que el matón no era solamente el héroe cuando había de enfrentarse en un partido de fútbol barrial: las drogas le volvían un ser intratable y peligroso. Muchos de ellos se ganaron sobrenombres bien puestos. Para muestra está el de “Ratero”, que varios recordarán.


Este individuo tenía, sin embargo, una historia a cuestas que podría calificarse como la del doctor Jekill y mister Hyde. Hay casos en que fue un brillante estudiante, un hombre fuerte y dedicado al deporte, inclusive bien parecido y, por lo tanto, conquistador de corazones femeninos.


Sin embargo, llegó el momento que algún “amigo” que bien podría estar en los infiernos, le dio un día el primer “pito”, la primera “hierba”, la primera pastilla.
Joven y, como tal, curioso, no se negó a aceptar el regalo que abría la mente, servía para ocultar situaciones de timidez profunda o maltratos familiares. Otros más lo hicieron por “estar en onda”, por no haber aprendido a decir que no, o porque, soberbiamente –palabra devaluada, que ya no parece reflejar la vigencia de los pecados capitales- consideraron que podían controlar la situación.


Lo cierto es que, algún día y en alguna hora en el barrio corrieron las voces: “¿Sabes que a X le encontraron muerto en una cuneta por San Roque?” “¿Conocías que Y se ha suicidado?” Otros desaparecieron y nunca más se supo de ellos. Si se libraron de esas garras, ya nadie lo sabe.


Pobres vidas desperdiciadas, a sabiendas que pocos se libraron de las consecuencias. ¡Si los chicos actuales lo supieran!




Publicado el 21 de octubre de 2015


http://www.eltiempo.com.ec/noticias-opinion/11428-mata-n-de-barrio/









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