miércoles, 14 de diciembre de 2011

Radiografía de un concierto


Whistle es una flauta hecha de metal que se usa en la música irlandesa. Sirve para tocar las danzas celtas que se han vuelto populares con el “new age” musical. Tiene seis agujeros y produce el sonido que se ha escuchado en las películas de “El señor de los anillos”.

Por su parte el violín, mucho más conocido en nuestro medio, se ha extendido desde sus orígenes en el laúd y el rabel, hasta volverse un instrumento exquisito que es la base de obras monumentales de la música clásica.

¿Qué hacen estos dos instrumentos mezclados con un bajo, una guitarra eléctrica, una enorme batería con dos bombos, una gran cantidad de platillos, tambores cajas y redoblantes? Únase a esto un sintetizador Korg y tendremos una banda musical de características singulares: rock pesado y actitud provocadora.

Segunda figura: un joven de origen humilde cambia su atuendo actual de albañil, cuidador de estacionamiento de vehículos u obrero en una fábrica, y se viste cuidadosamente de negro de la cabeza a los pies. Lleva inclusive un gorro negro. Lo único que resalta en su atuendo es una camiseta, en la que aparece una bruja que toca el violín mientras vuela en una escoba delante de una enorme luna llena.

Se dirige a un lugar en donde 5.000 como él esperarán durante horas a que suene el whistle acompañando al violín, en una introducción musical que trae aires de elfos y trolls, y traspasa el espacio hasta los monumentos megalíticos de Stonehenge.

Los 5.000 vestidos de negro, como en un rito, saltan acompasadamente mientras acompañan al cantante que eleva su voz entre los riffs de las guitarras eléctricas y el fondo del sintetizador: “Ponte en pie/alza el puño y ven/a la fiesta pagana/en la hoguera hay de beber/De la misma condición/no es el pueblo que un señor/ellos tienen el clero/y nosotros nuestro sudor.” La vibración del ambiente es extraordinaria y el gasto de energía podría servir para llevar a cabo un experimento de física.

Extraña situación es ésta: una banda catalogada como de folk metal, con discos que hablan de la leyenda de la Mancha y de Finisterra, de Gaia y de molinos de viento, ha quebrado la diferencia entre culturas separadas no solamente por continentes sino también por siglos. Toca en Cuenca del Ecuador ante seguidores incondicionales que no pueden creer que hayan tenido cerca a Mägo de Oz. Mañana los adeptos doblarán cuidadosamente la camiseta negra y la guardarán en una maleta de madera. Es hora de ir a trabajar.

Publicado el 14 de diciembre de 2011

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