miércoles, 27 de enero de 2016

Amigdalitis

Un día cualquiera, al momento de despertar para ir a la escuela sentíamos en la garganta una hinchazón y un dolor insoportables. Se había presentado una inflamación de las amígdalas. 

Una reunión de alto nivel entre los papás decidía que no era posible que caminemos las cuatro cuadras que nos separaban del patio de la escuela. Secretamente y pese al dolor, nos alegraba un poquito no tener que atender ese día a la clase de Lugar Natal o de Cívica.

La mamá tomaba las providencias del caso: buscaba en el botiquín un frasco pequeño con tapa de rosca, que contenía una sustancia rosada. Una etiqueta de papel decía su nombre: Numotizine.
 
Esta pomada milagrosa servía para muchas cosas: era buena para una torcedura de tobillo después de un partido de fútbol en los adoquines duros de la calle, o para una tortícolis producida por una almohada hecha de lana de borrego.

La mamá tomaba el frasco y lo ponía dentro de una olla de agua, en baño maría, para que el producto pudiera ser útil. Nunca tuvimos una explicación suficiente para ese nombre: el “baño de María”, que llevaba a la imaginación muy lejos, casi hasta los calderos en que las brujas mezclaban sus pócimas.

Luego la mamá buscaba un instrumento especial: un cuchillo de plata, que era el único conque podía aplicarse el remedio en el cuello. Ignoro las razones, científicas, mágicas o tradicionales, para que este instrumento plano y con la punta redondeada, de cuchillo de pan, fuera el adecuado para desplazar la pomada, caliente, casi hirviendo, por el cuello. 

El olor traía siempre una mezcla del recuerdo de la enfermedad pasada y la sensación de alivio. El cuello se cubría de este emplasto rosado que, al secarse, empezaba a resquebrajarse y caer en pedacitos, buscando que la amigdalitis se fuera con ellos.

Pasadas unas horas el emplasto se retiraba con una toalla empapada en agua caliente: el tratamiento había terminado. Era cierto lo ofrecido, las amígdalas ya no dolían tanto y menos aún con un poco de jugo de manzana, ése que venía en una botellita redonda, en forma de la fruta, que alguien trajo al enfermo. 

Una vez más nos habíamos librado de la operación de las amígdalas que había recomendado el médico familiar y que un día llegaría, como todo en esta vida.

Publicado el 27 de enero de 2016
http://www.eltiempo.com.ec/noticias-opinion/11859-amigdalitis/

miércoles, 20 de enero de 2016

Frascos guardados

Hay dos clases de personas: las que guardan todo y las que se deshacen de todo. Posiblemente el tamaño actual de los departamentos modernos no da espacio para que la cantidad  de cosas que guardamos desde la juventud e inclusive algunas heredadas, tengan un lugar.

Hoy ya no se compran discos, ni siquiera compactos, menos aún long-play, o libros. Todo está en la nube y baja de allí cuando apetece leer o escuchar algo de música.

Pero no siempre fue así: las viejas casas tradicionales tenían una gran cantidad de cuartos, incluyendo algunos cerrados y misteriosos, donde se amontonaban cientos de cosas inservibles, que la familia no se atrevía a desechar.

Por ello un cambio de casa era obra de titanes. Razonablemente, los psicólogos han calificado el cambio de vivienda, después de la muerte y el matrimonio, como el más grande promotor de angustia y zozobra.
Podemos hacer un rápido inventario de todas aquellas cosas que se fueron quedando a lo largo de los años y que hoy no sirven para nada: allí esta el carrusel de las diapositivas que se han perdido y el frasco de colonia vacío, regalo de alguna enamorada lejana. 

Está la raqueta de tenis, de madera y cuerdas de tripa de gato, aún atrapada en el marco que la mantiene sin deformarse. Aparece la corbata tamaño “soplador”, con  colores que harían las delicias de Oscar Wilde. Está la cámara de fotos que usaba rollos tamaño 120, que no existen desde hace muchísimos años. 

Asoman los discos de 45 revoluciones, con una canción por lado, y el tocadiscos que ya perdió su aguja. Por allí se encuentra un shilingo para transporte de cantarillas de leche o la montura de gancho con la que cabalgaba la bisabuela.

Hay una brocha para espuma de afeitar y un par de medias verdes, que nadie se atreve a ponerse. Está la revista Playboy, esa que tiene en la carátula a una jovencísima Marilyn Monroe, comida en parte por las polillas.

Todas, cosas que tienen una historia que nadie más que nosotros conocemos y que desaparecerán un día, llevándose recuerdos inolvidables y ya olvidados.

Publicado el 20 de enero de 2016

http://www.eltiempo.com.ec/noticias-opinion/11827-frascos-guardados/

miércoles, 13 de enero de 2016

El perro y la bandera

Una noticia de prensa de hace algunas semana, incluyendo foto, nos traía la información que un perro de la Policía después de una larga enfermedad de cuatro años –así decía- ha fallecido.

Era, de lo que cuentan, un perro bonito que se llevaba bien con los niños y que hizo las delicias de la concurrencia en los espectáculos que llevaba a cabo el Cuerpo Policial cada año. Las fotos no se hacían esperar y la gente se acercaba a él sin miedo.

Tenía un nombre extranjero, pues se llamaba “Army” o, lo que es lo mismo, “Ejército” en inglés. Como buen Boyero de Flandes, que esa era su raza, era grande y estaba cubierto de una abundante cubierta de pelo largo.

Hasta allí, a menos que no nos gusten los animales o tengamos miedo a los perros, está claro que podemos entender que la muerte de esa mascota trajo pesar a quienes la tuvieron cerca.

Sin embargo, ha resultado chocante ver las fotografías del féretro de “Army” cubierto nada menos que con la Bandera Nacional. Si: bajo una carpa y con tres estandartes detrás del ataúd, la misma Tricolor, la bandera de la Policía Nacional y otra, no reconocible, yace el ataúd del boyero, con su fotografía encima y cubierto por los colores amarillo, azul y rojo. La bandera lleva el Escudo Nacional.


No sabemos si en la época actual se puede hablar de valores. Más aún, no me atrevo a considera si, en este momento, el respeto a los Símbolos Patrios es un valor. 

Tal vez esta consideración es ya anticuada y los derechos de la naturaleza, contemplados en nuestra Constitución, han abierto la puerta para que un perro, un caballo del Ejército o cualquier otro animal –piense usted en el que sea - que haya “prestado servicios” pueda ser enterrado, incinerado o simplemente desechado previo un acto solemne en que repose bajo la bandera del Ecuador.
 
La bandera es la misma que hemos visto izar los lunes patrios de los colegios mientras cantábamos las notas del Himno Nacional, besamos en Tarqui el 27 de febrero, o lleva el Presidente cruzada sobre el pecho como la más alta condecoración nacional.

Tal vez la repulsión al ver la foto del ataúd de “Army” bajo la bandera nace de un concepto pasado de moda o simplemente reaccionario. Sin embargo, fue inevitable.

Publicado el 13 de enero de 2016

http://www.eltiempo.com.ec/noticias-opinion/11796-el-perro-y-la-bandera/

miércoles, 6 de enero de 2016

¡Por inocente!

El 28 de diciembre de cada año se celebra el día de inocentes; el nombre completo es de los Santos Inocentes y rememora la persecución y matanza de Herodes a los niños para evitar que uno de ellos, el rey de los judíos, pueda reemplazarlo.

Inocente, más allá del que está libre de culpa o de la referencia a los niños, se aplica también al cándido o a la persona fácil de engañar.

Es a este individuo que los chistosos buscan denodadamente el 28 de diciembre, llamándole, escribiéndole e inclusive publicando historias supuestamente ciertas, para que se muestre ante los amigos como crédulo e ignorante.

Son famosas las inocentadas que se cuentan en cada familia: está la del cuñado que funge de confesor de su hermana política en una llamada telefónica, en que la confusión de voces lleva a que ésta, soltera, cuente sus secretos más profundos.

Los chocolates rellenos con tinta o las empanadas, fritas en aceite y con algodón adentro, provocan la risa de unos y la ira de otros.

La llamada telefónica que avisa que fulanita está embarazada y que sus padres visitarán al novio para reclamar por la honra de la damita, va más allá de una simple chanza y puede llevar hasta al infarto.
El contrato del futbolista famoso para el equipo local; la llegada de los Rolling Stones; el puente de fin de año que se extiende por las redes sociales, siendo noticia de hace tres años; y hasta la coronación de la señorita Colombia como Miss Universo, parecen o son situaciones que ponen en evidencia la credulidad de muchos. 

El asunto está en aquellas noticias que son ciertas pero parecen falsas: ¿es verdad que se acerca un asteroide a la tierra?¿Bajarán los precios cuando las salvaguardias se hayan ido?

Engaños, hay varios: desde la carta que llama al acuartelamiento hasta la aceptación de una renuncia no presentada, la noticia de que hay que dejar el departamento o la publicación del compromiso matrimonial.
Para consolarse basta con leer a  Stanislaw Lem: “Si el hombre tuviera más sentido del humor, las cosas podrían haber resultado diferentes”.

Publicado el 6 de enero de 2016

http://www.eltiempo.com.ec/noticias-opinion/11765-a-por-inocente/