miércoles, 29 de abril de 2015

Distracciones permanentes

Un hombre dice a su psiquiatra, “doctor, ¿qué tengo? No levanto la cabeza, me río solo, no hablo con la gente, me hablan pero no pongo atención, parezco un idiota”
El médico le contesta: “usted tiene WhatsApp”
Es verdad: este mundo está lleno de distracciones que llegan a ser más fuertes que la más fuerte de las personalidades. Pasaron de la “caja tonta”, como se llamó a la televisión, a los nuevos sistemas de comunicación y al uso de los teléfonos inteligentes.
Resulta gravemente perjudicial que este mundo virtual haya desalojado al mundo real de la vida cotidiana. Contaba un padre que había entregado a su hijo de once meses una tablet para distraerle. Lo había hecho con el mejor de los motivos; incluso las aplicaciones eran propias para niños pequeños. Sin embargo, el chico necesitó tratamiento para permitirle el desarrollo de la motricidad fina: usando solamente un movimiento digital para señalar la pantalla, no había desarrollado la habilidad de unir el índice y el pulgar para poder agarrar un objeto pequeño. El tratamiento se llevó a cabo cuando el niño tenía... ¡trece meses de edad!
Nada es bueno o malo por si mismo, ni podemos igualarnos a aquellos trabajadores ingleses que rompieron las máquinas al inicio de la revolución industrial. 
Por otra parte, el uso de las “TIC” (casi como el sonido de un reloj) o “tecnologías de la información y comunicación” han producido cambios radicales en la enseñanza. Hoy los jóvenes tienen la misma posibilidad de conseguir información que los adultos. 
No hay discusión que no pueda salvarse con una visita a google y tienen todas las posibilidades para investigar, aunque es responsabilidad de los adultos enseñarles a distinguir la información valiosa de aquella que es basura. Si antes se pensaba que todo lo impreso era verdadero, hoy, erradamente se cree que todo lo que está en la internet es válido.
Entre tanto, si un niño ve que sus padres dan más importancia a una pantalla que a un contacto visual; más valor a una fotografía que a una planta real en el jardín de la casa o más cariño a un tamagotchi –o cualquier animal virtual– que a un perro, no habrá que asombrarse que este ciudadano del futuro crezca alienado –ajeno a todo- y sin contacto humano. 
No sería nada raro que después se enamore de una muñeca de caucho a la que pueda manejar con un control remoto.
http://www.eltiempo.com.ec/noticias-opinion/10613-distracciones-permanentes/
Publicado el 29 de abril de 2015

miércoles, 22 de abril de 2015

Millones gratis por correo

La situación se presenta fácil; simplemente ha llegado un email desde muy lejos e inmediatamente se mezclan dos emociones: el deseo de ayudar a una persona desvalida(¿?) y la codicia.
Es que el correo trae frases muy mal escritas pero a la vez conmovedoras: “Estimado señor: mi padre fue el Presidente de Guinea Ecuatorial y realizó muchos favores a su pueblo. Lamentablemente murió en un accidente aéreo en 2002 y su obra ha quedado trunca. Tengo 20 millones de dólares que él habría deseado repartir en los hospitales de su país. Si usted acepta cumplir con su deseo, de los fondos indicados usted recibirá dos millones”.
Ante un pedido tan noble la persona que recibió el mail piensa que debe llevar adelante la misión, más aun si el preclaro presidente africano ha dejado una parte de esta fortuna para quien lleve a cabo sus deseos.
El mail es contestado. La respuesta es muy rápida: indíquenos el número de una cuenta corriente, envíenos 1.000 dólares para gastos de envío.
La información se entrega sin contratiempo y abiertamente. El resultado es siempre el mismo: la cuenta corriente donde están los ahorros de la familia es desvalijada, los 1.000 dólares enviados por transferencia nunca vuelven a aparecer.
La hija del presidente de Guinea Ecuatorial siempre escribe desde un hotmail o un gmail. Igual sucede si quien redacta es el gerente general del Banco Central de Nigeria o el mismísimo Bill Gates, que notifica que usted se ha ganado la lotería de Microsoft. 
¿Alguna vez el beneficiado ha comprado algún artículo de dicho gigante tecnológico? ¿El Office que tiene es pirata? Nada importa: el señor Gates debe saber que soy una persona preocupada por el avance de la informática y si me pide el número de una cuenta, se lo doy: Gates es una persona seria y conocida.
Cualquier cosa que pueda imaginarse ya está inventada para el fraude: desde posibilidades de trabajar en las plataformas petroleras del Mar del Norte con un sueldo mensual de 15.000 dólares, hasta el mensaje que envía un supuesto albacea testamentario de Gadafi.
Así es la condición humana: el dinero fácil nubla la vista y el hombre más seguro pierde sus cabales. Tal vez usted ha recibido ya un correo como éstos; espero que no lo haya contestado.

Publicado el 22 de abril de 2015

miércoles, 15 de abril de 2015

La rana en clase

Cuando el viejo de matemáticas se había ido, los estudiantes podíamos respirar tranquilos. Ya no estaba encima de cada uno, tratando de meter en una dura cabeza cuestiones que nadie entendía.
Entonces llegaba el señor de Ciencias: no podía ser tachado de “viejo” porque apenas tenía unos años más que los compañeros de sexto. Se trataba de un ex alumno que empezaba su carrera de Medicina y que traía al aula un soplo nuevo. 
Había pedido que le consiguieran una rana, que debía llegar viva a la clase, donde se la sacrificaba por amor a la ciencia para llevar a cabo un experimento extraordinario: el profesor tocaba las patas con diferentes metales y éstas se movían como si el animalito estuviera listo para dar un salto. Nos demostraba allí, sobre una mesa, el experimento que Galvani había realizado a finales de siglo XVIII en su natal Italia.
¡Qué diferentes eran esas clases! El profesor era esperado con ansias, en un tiempo en que ver experimentos en clase era algo improbable. Cómo podía ser tan distinto si el profesor de música, que nos había enseñado las obras de Beethoven y de Mozart, hablando de fusas y semifusas, corcheas y semicorcheas, jamás nos hizo oír ninguna de esas obras.
Hoy que ciertos internautas han reproducido en las redes sociales las palabras del Papa Francisco que ha manifestado que no existieron físicamente Adán y Eva –cosa que la Iglesia ya trató hace mucho tiempo- hace casi cincuenta años otro joven profesor nos hablaba de la evolución de las especies en la teoría de Theilard de Chardin, jesuita y científico, y del “Punto Omega”, que lo explicaba como el nivel más alto de la evolución de la conciencia.
¡Qué conferencias eran aquellas! Sentíamos que la vida tenía una razón de ser y que las ideas movían al mundo.
Ya no había una “bestia negra” en la clase ni ésta era insoportable. No mirábamos más las moscas como en el poema de Machado: “Y en la aborrecida escuela/raudas moscas divertidas/perseguidas, perseguidas/por amor de lo que vuela”
En esas clases volaba la imaginación. Yo recuerdo aún a esos profesores: ellos, quién sabe si conocen que fui su alumno.

http://www.eltiempo.com.ec/noticias-opinion/10547-la-rana-en-clase/

Publicado el  15 de abril de 2015

miércoles, 8 de abril de 2015

El viejo de matemáticas

El colegio, y también la universidad,  han dividido a los estudiantes en dos grandes grupos: los “matones” y los “vagos”. Los primeros son capaces de leer los libros que envía el profesor, aunque puedan contener pasajes esotéricos como “las sociedades en el derecho germánico” o “la importancia de la Compañía Holandesa de las Islas Orientales en el desarrollo del capitalismo”.


Los segundos contestarán su control de lectura manifestando que en Germany –y no Germania- se aplicaba el Código de Hammurabi y que la mencionada Compañía Holandesa tuvo origen en Italia.
 
Qué puede esperarse si en la esquina de las calles Bolívar y Benigno Malo, hasta hace algunos años un gran letrero anunciaba el nombre del local como “La Francia, casimires ingleses”.
 
Sin embargo, matones y vagos tuvieron, en algún momento, su bestia negra: así, el viejo de matemáticas era un cuasi jubilado inepto que, fundamentado en el Álgebra de Baldor –si, aquella con un posible Osama Ben Laden, que no Al-Juarismi en su carátula- explicaba tan mal su materia que nadie aprendió los números primos y menos aún los logaritmos. Estos conocimientos son hoy tan extraños como los encantamientos de Harry Potter.
 
¡Qué decir de la vieja de contabilidad, pues la profesora siempre fue una mujer! Aquella que trató, hasta la saciedad de explicar la diferencia entre el debe y el haber, utilizando el dibujo de una T en el pizarrón. Los trabajos debían ser perfectos. Esta arcaica profesora, sin saberlo, se ceñía estrictamente al Código de Comercio, que hasta hoy dispone que los libros de contabilidad deben estar forrados, foliados y sin enmendaduras.
 
Para otros la bestia negra fue, sin lugar a dudas, el profesor de educación física.  Sí, aquél que, en la primera clase, escogía las parejas de compañeros que se enfrentarían en boxeo en hora cercana. El mismo profesor, filosóficamente, no escogía a los contrincantes por su tamaño o peso, sino por orden alfabético. La razón era obvia: la vida nos enfrenta con enemigos que no buscan coteja. 
 
En todas las áreas del conocimiento siempre hubo una materia odiosa: el inglés o la mecanografía –propia para niñitas y no para varones que ya exhibían unas primeras barbas- la física, la historia del “cinquecento” o la geografía de las hoyas andinas. Al final sobrevivimos y, aunque no recordemos plenamente de la tabla periódica de Mendeleyev, quien sabe si, muy desde el fondo de nuestra mente, todos estos conocimientos nos llevaron a ser lo que hoy somos. 

Publicado el 8 de abril de 2015

http://www.eltiempo.com.ec/noticias-opinion/10517-el-viejo-de-matema-ticas/

miércoles, 1 de abril de 2015

Los Pasos


Salían las imágenes, unas cargadas en hombros; otras, de gran tamaño, como La Última Cena, en un camión al que se había colocado una plataforma. Todas impresionaban a los observadores, tanto por su extraordinario parecido con la realidad como por lo que mostraban: un hombre-Dios azotado, atado a una columna y cerca de allí un gallo, mientras el sayón tenía un rostro desencajado y horrible.

El Descendimiento de la Cruz, directamente a los brazos de la Madre, mientras se sostenía el cuerpo en una sábana blanca, mostraba el rostro ya muerto, con la corona de la que brotaban gotas de sangre.

Las figuras están sentadas alrededor de una mesa: cada una de ellas tiene en el rostro la terrible pregunta: “¿Seré yo?”. Las manos levantadas, el pecho que se toca, la mirada inquisidora, mientras que, en el borde, el traidor busca la manera de esconder la bolsa que se encuentra en el suelo.

Todas estas imágenes desfilaban por las calles de Cuenca, entre el silencio de la multitud, el olor del incienso, y los cantos antiguos y quejosos, a veces destemplados en las voces de las mujeres del pueblo, que se elevaban sobre la multitud y que pese al muy perceptible desentono, nadie osaba lanzar burla alguna.

La antigua ciudad, paralizada, continuaba el ritual que venía del domingo anterior, el de Ramos, con la palma de cera tejida que sería después amarrada en alguno de los pilares de la casa campesina o ciudadana, para evitar la caída del rayo.

Ha pasado el tiempo: la secularización, concomitante con la modernidad y el arduo trabajo de ganarse la vida cada día, llevaron a que Los Pasos nunca más transiten por las calles empedradas. Muchas imágenes fueron a parar en bodegas ignotas donde la polilla poco a poco empezó a convertirlas en aserrín.

Otras se rescataron para transformarse en lo que siempre fueron: obras de arte popular que estaban al alcance de quien las viera pasar el Martes Santo, sin tener que recurrir a un museo.

Mezcla de cultura popular, religiosidad y fiesta triste, la Semana Mayor transcurría hasta el Domingo de Pascua. Había terminado un ciclo, fugaz y permanente, como el reflejo propio de la vida.

Publicado el 1 de abril de 2015

http://www.eltiempo.com.ec/noticias-opinion/10487-los-pasos/